7. El Elefante:
El elefante (Elephantidae) el animal viviente más grande de la Tierra y en ocasiones los adultos llegan pesar más de seis toneladas. Existen dos especies, el elefante africano y el asiático, el primero es más grande en tamaño y en población que el segundo.
Los elefantes poseen una prolongación nasal muy desarrollada, denominada probóscide (comúnmente conocida como trompa), que gracias a su desarrollada musculatura la utilizan a modo de mano para agarrar objetos o comida y como boca para beber agua.
Los elefantes también poseen colmillos, grandes dientes que salen de su mandíbula superior. Los colmillos de elefante son una gran fuente de marfil, y esta posiblemente es su principal desgracia, dado que por milenios fueron cazados solamente para vender sus colmillos (en la mayoría de los casos al mercado oriental).
Los colmillos del elefante pueden pesar hasta 120 kg y tener hasta 3 m de longitud, aunque lo normal es que midan menos de 1 metro. Estos colmillos no son dientes caninos, sino incisivos extremadamente largos y el marfil es la dentina que los forma.
Otra de las características principales de los elefantes es que poseen unos grandes pabellones auditivos (mayores en el elefante africano que en el asiático). La principal función de estas orejas es la termorregulación del animal. Al estar muy vascularizadas permiten un correcto enfriamiento de la sangre, que en animales de ese volumen sería difícil conseguir por otros medios.
En general suele relacionarse al elefante con la buena memoria, y estudios realizados por la Universidad de Sussex en Kenia, dirigidos por la doctora Karen McComb, parecen confirmarlo. Estudiando las comunicaciones entre elefantes del Parque Nacional Amboseli, en Kenia, los investigadores llegaron a la conclusión de que estos animales eran capaces de reconocer la llamada de más de cien individuos diferentes.
Otros estudios, dirigidos también por Karen McComb, confirmaron la capacidad de los elefantes de reconocer los restos de cadáveres de su misma especie, prestando especial atención a los correspondientes a miembros de su manada, que al parecer distinguen por su olor. Cuando se encuentran con estos restos parecen rendirles un particular homenaje póstumo, tocándolos con sus trompas y pezuñas. Sin embargo, ante huesos de otras especies su indiferencia es total.
Mucha gente piensa que los elefantes tienen miedo a los ratones. En realidad, lo que ocurre es que los elefantes tienen una mala visión: sus ojos están a los lados de la cabeza, lo que hace que no puedan distinguir con claridad cualquier cosa pequeña que se mueva delante de ellos. Esto hace que no soporten las sorpresas o los movimientos bruscos y cuando se acerca un ratón se ponen nerviosos y un poco agresivos.
Los elefantes también poseen colmillos, grandes dientes que salen de su mandíbula superior. Los colmillos de elefante son una gran fuente de marfil, y esta posiblemente es su principal desgracia, dado que por milenios fueron cazados solamente para vender sus colmillos (en la mayoría de los casos al mercado oriental).
Los colmillos del elefante pueden pesar hasta 120 kg y tener hasta 3 m de longitud, aunque lo normal es que midan menos de 1 metro. Estos colmillos no son dientes caninos, sino incisivos extremadamente largos y el marfil es la dentina que los forma.
Otra de las características principales de los elefantes es que poseen unos grandes pabellones auditivos (mayores en el elefante africano que en el asiático). La principal función de estas orejas es la termorregulación del animal. Al estar muy vascularizadas permiten un correcto enfriamiento de la sangre, que en animales de ese volumen sería difícil conseguir por otros medios.
En general suele relacionarse al elefante con la buena memoria, y estudios realizados por la Universidad de Sussex en Kenia, dirigidos por la doctora Karen McComb, parecen confirmarlo. Estudiando las comunicaciones entre elefantes del Parque Nacional Amboseli, en Kenia, los investigadores llegaron a la conclusión de que estos animales eran capaces de reconocer la llamada de más de cien individuos diferentes.
Otros estudios, dirigidos también por Karen McComb, confirmaron la capacidad de los elefantes de reconocer los restos de cadáveres de su misma especie, prestando especial atención a los correspondientes a miembros de su manada, que al parecer distinguen por su olor. Cuando se encuentran con estos restos parecen rendirles un particular homenaje póstumo, tocándolos con sus trompas y pezuñas. Sin embargo, ante huesos de otras especies su indiferencia es total.
Mucha gente piensa que los elefantes tienen miedo a los ratones. En realidad, lo que ocurre es que los elefantes tienen una mala visión: sus ojos están a los lados de la cabeza, lo que hace que no puedan distinguir con claridad cualquier cosa pequeña que se mueva delante de ellos. Esto hace que no soporten las sorpresas o los movimientos bruscos y cuando se acerca un ratón se ponen nerviosos y un poco agresivos.
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